lunes, 3 de mayo de 2010

CRONICA DE MI CAMINO BURGOS-SANTIAGO


La verdad, llevaba bastante tiempo queriendo realizar esta aventura, desde hace años me gustaba la idea de hacer el Camino de Santiago en bici pero unas veces por dejadez, otras porque el trabajo no me lo permitía y otras porque no encontraba a nadie con quien coincidiera en las mismas fechas pues lo fui dejando... hasta este año. Hace cosa de un par de meses me lo planteé de forma definitiva y decidí hacerlo solo, empecé buscando información en internet, encontré varias páginas que me ayudaron, especialmente bicigrino.com y de repente, me empezaron a surgir dudas, preguntas, que hasta ahora no me preocupaban pero que entonces me empezaron a rondar la cabeza: ¿podré hacerlo?, ¿qué me voy a encontrar?, ¿dónde dormiré? y la más importante... ¿porqué lo hago? ¿qué me mueve a hacer esto? Esta última no la he sabido responder hasta ahora que lo he terminado.

Mi primera idea fue empezarlo desde Roncesvalles pero tengo que ser sincero, en el último momento me cagué, creía que iban a ser muchos kilómetros y que no iba a ser capaz de hacerlo. Jeje... ahora me parto de risa con estas dudas que en su momento me atormentaban la cabeza. Así que decidí hacerlo desde Burgos que me pareció más razonable y más acorde con mi forma física.. que equivocado estaba!!!

Mi llegada a Burgos fue deprimente, llegué sobre las 11h de la mañana y estaba diluviando, baje del bus con mi niña (mi bici, se entiende...) y allí mismo le puse las alforjas (que ni siquiera había probado antes del viaje) y me fui al bar más cercano a desayunar. Tengo que deciros que los días antes estaba acojonao, tenía el estómago lleno de esas mariposillas que a todos nos revolotean antes de realizar algo importante, esa especie de nerviosismo de cuando uno no sabe como van a salir las cosas, de no saber con certeza cual va a ser el final.

Fui a sellar la credencial a la catedral y a partir de ahí todo cambió. Cogí a mi niña y empecé a dar pedales sin saber muy bien que me iba a encontrar, pero ya me daba igual la lluvia, el frío, la soledad... en ese momento empezaba mi Camino y mi intención era disfrutarlo al máximo. No quise planear las etapas desde casa porque pensé que me quería “dejar llevar” y fue lo mejor que podía haber hecho.

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