lunes, 3 de mayo de 2010









7ª ETAPA: VILLAFRANCA DEL BIERZO-TRIACASTELA
El día amanece fresquito, nublado pero sin lluvia. Hoy os puedo decir que me apetece muchísimo coger la bici, el cuerpo se va habituando al esfuerzo y cada día me pide más, lo que es el coco... desde mi casa en Madrid dudaba mucho de si iba a poder conseguir llegar a Santiago y ahora, después de unos cuantos días en bici me encuentro genial, super fuerte. Voy por el arcén de la nacional siempre en subida pero muy suave. Voy ganando altura suavemente hasta Herrerías donde me encuentro a los amigos ciclistas de Valencia y Mallorca así que después de unas risas encaramos el puerto más duro de todo el camino los cuatro juntos.

Las primeras rampas del puerto son la leche, espectaculares, a veces te dan ganas de dejar la bici o de darte la vuelta y bajar lo que ya has subido pero esto no puede ser... ya he llegado hasta aquí y hay que continuar. El puerto se hace duro y tengo que bajarme de la bici en alguna ocasión y empujar porque no puedo más. Sin embargo, esto me da vidilla porque las vistas que hay son una pasada, es un paisaje de cuento. Asfixiado llego a O’cebreiro y al salir de la Iglesia de poner el sello me encuentro con el colega David, el novio de Patri y amigo de Anita (las chicas de Madrid), que me invita a desayunar en la furgo queso, chorizo, cerveza... en fin... ¡¡¡te debo una amigo!!! Me cuenta que la chicas acaban de pasar y tras despedirnos sigo mi Camino.

He subido el puerto por una pista asfaltada y al poco de llegar arriba empiezo a ver ciclistas, así como 20 ó 25 todos sin alforjas y tan fresquitos. Echo una mirada a mis alforjas y aunque me cago en tó por un momento, decido que tengo unos cojones de la ostia, con todo el peso de la bici y de las alforjas y estoy ya cerquita de Santiago. Acabo de entrar en Galicia, estoy en la provincia de Lugo. Tras pasar el puerto hay una bajada por una pista de tierra super chula pero todavía queda “fiesta”, aun me queda subir el alto do Poio y yo que creía que ya estaba todo hecho... mae mía!!! Me meto por el camino y me desespero porque es imposible hacerlo en bici, unas cuestas infernales, todo lleno de piedras, barro... en fin mú bonico!! Antes de llegar al Poio está el alto de San Roque, un sitio espectacular donde hay una escultura gigante de un peregrino mirando al horizonte y todo rodeado de montañas, de los lugares más bonitos de todo el Camino.

Por fin corono el puerto y comienzo la bajada a Triacastela por el campo: Guau!!! La bajada es flipante, de los sitios que más he disfrutado con la bici y es aquí cuando me doy cuenta de lo bonito que es el ciclismo de montaña. Una pasada. Esta bajada hasta Triacastela y el tramo entre Sarria-Portomarín (que os contaré más adelante) ha sido lo mejor de todo el Camino en cuanto a ciclismo de montaña se refiere.

En Triacastela llego al albergue lleno de barro hasta las orejas y tras una ducha me encuentro con otro personaje del camino. Esta vez es un tipo peculiar que se gana la vida haciendo peregrinos con alambre, un loco de la ostia, no me da buena impresión pero al final junto con una chica alemana y un chico de málaga acabamos cenando juntos los cuatro. El hombre está muy borracho y se le va la cabeza, así que decido que no es buen compañero de viaje y me voy para el albergue. Al rato aparece por allí, sobre las 10 y pico de la noche super pedo, coge la mochila y dice que se va andando a esas horas hasta Samos (15kms +o-). Estoy con unos bicigrinos de Cadiz y otro de Madrid y entre todos intentamos convencerle de que no es una buena idea, que se quede a descansar y mañana será otro día. Todo en vano. El tipo es buena persona pero muy castigado por la vida, se va haciendo eses y nos deja con la preocupación en el cuerpo. La noche acaba con una charla con los bicigrinos y la hospitalera que hablamos de lo humano y lo divino y nos contamos la vida de cada uno de nosotros hasta que caemos rendidos. Una conversación muy agradable, esto también es parte del camino. Hoy ha sido un gran día.

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